Debido a los peligros de las época antiguas y la inseguridad en los caminos rurales, era necesario que el sacerdote y su comitiva fueran protegidos. Así, las comunidades de la zona se propusieron espontáneamente para escoltar a la comitiva religiosa. Todos los años se cumplían con esta tradición que tenía como segunda misión la de recordar la resurrección del Señor: el milagro central de la fé cristiana.
Esta fiesta religiosa fue calificada por el Papa Juan Pablo II como “verdadero tesoro del pueblo de Dios». En nuestra parroquia la celebramos con un gran fervor religioso y folclórico gracias al Club de Huasos y los Casiques de los Bailes Religiosos.
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