El centro de nuestra celebración es Jesús, hijo de la Virgen María. Ella, con su persona, ejemplo y enseñanza, nos dirige y acompaña a su Hijo. Por eso, el centro de nuestra celebración del día de la Fiesta, fue la Eucaristía, donde nos encontramos con la Palabra de Dios y nos nutrimos con el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Y todo eso lo vivimos en comunidad. La Procesión por la tarde fue como un momento de manifestar públicamente el amor que tenemos a nuestra Madre.
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